31 de marzo de 2014
Por fin tengo una mamá
Fue muy reconfortante ir comprendiendo que esta chica que se había convertido en mi mamá no pensaba abandonarme de nuevo, de hecho pasábamos muchísimo tiempo juntos, y habíamos creado una rutina.
Por la mañana paseábamos junto a mis amigos en el descampado de nuestra zona. Al volver mientras ella desayunaba, me ponía un suculento cuenco de pienso y lo disfrutaba muchísimo tras un buen paseo.
Más tarde se marchaba, la verdad que no sabía muy bien a donde iba, pero yo ese tiempo lo aprovechaba merodeando por la casa, me echaba una buena siesta "mañanera" y otras veces me ponía a jugar con mis preciados juguetes. ¡Era increíble el cambio que había dado mi vida!
Cuando volvía, salíamos de nuevo unos minutos, yo entendía que era momento de hacer pis y vuelta a casa a comer. Una buena siesta me esperaba junto a ella en el sofá, ese era uno de mis mejores momentos del día, la tranquilidad de dormir junto a mi mamá.
Por la tarde salíamos a dar un largo paseo, y a la vuelta juegos y diversión. Tras la cena, me acostaba en mi cama completamente rendido, parecía que habíamos tenido un entrenamiento militar.
Lo que más me gustaba para finalizar el día era cuando mi mamá me acariciaba y me daba las buenas noches con un buen "achuchón".
Por la mañana paseábamos junto a mis amigos en el descampado de nuestra zona. Al volver mientras ella desayunaba, me ponía un suculento cuenco de pienso y lo disfrutaba muchísimo tras un buen paseo.
Más tarde se marchaba, la verdad que no sabía muy bien a donde iba, pero yo ese tiempo lo aprovechaba merodeando por la casa, me echaba una buena siesta "mañanera" y otras veces me ponía a jugar con mis preciados juguetes. ¡Era increíble el cambio que había dado mi vida!
Cuando volvía, salíamos de nuevo unos minutos, yo entendía que era momento de hacer pis y vuelta a casa a comer. Una buena siesta me esperaba junto a ella en el sofá, ese era uno de mis mejores momentos del día, la tranquilidad de dormir junto a mi mamá.
Por la tarde salíamos a dar un largo paseo, y a la vuelta juegos y diversión. Tras la cena, me acostaba en mi cama completamente rendido, parecía que habíamos tenido un entrenamiento militar.
Lo que más me gustaba para finalizar el día era cuando mi mamá me acariciaba y me daba las buenas noches con un buen "achuchón".
Era la realidad, no un sueño
Había noches que pensaba, ¿Por qué esto había tardado tanto en llegarme? ¿Por qué muchos compis míos no lo tenían? ¿Será sólo un sueño?
Me ponía triste pensar en todo eso, porque en el fondo aunque yo había tenido suerte, había muchos amigos peludos que seguían en jaulas. Recuerdo aquel horrible día cuando me dejaron en ese sitio lleno de compañeros que ladraban y estaban encerrados, no quería pensar en el destino de muchos de ellos, incluso en el que podía haber sido el mío.
Siempre pedía lo mismo, ojalá el nuevo día trajese consigo que todos se salvasen y tuviesen la misma oportunidad de conocer como yo, lo que era una vida digna para un perrete.
Espero que muchos de los compis que había aquella tarde abandonados en sus jaulas, tuvieran su oportunidad, y que el humano que a veces nos hace daño piense antes de maltratarnos, que sepa que sentimos, queremos y sufrimos.
Sólo con esa conciencia se podrá evitar hacer daño a un ser vivo y acabar con el maltrato que tantos como yo sin motivo sufrimos, la responsabilidad humana es la única capaz de acabar con el maltrato animal.
🐶👩
Un abrazo
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